El último domingo de agosto podría considerarse como el día más paternero del calendario. Probablemente hablemos del día crucial de la segunda quincena de agosto, jornada en la que nos convertimos en el epicentro mediático y en el escenario principal de la Comunidad Valenciana debido al acontecimiento que ocurría en esta velada: la “Cordà”.
El calendario de eventos comenzaba horas antes del acto más importante de la noche. Entorno a las 21:30 horas se reunieron centenares de tiradores en la Plaza del Pueblo, pues se debía de comenzar con el ritual del fuego de manera tradicional y habitual. Prepararon sus prendas de prevención, sus cajones portátiles y se reunieron en la plaza del pueblo para comenzar con el pasacalle de cohetes de lujo.
Dio comienzo sobre las 22:00 horas de la noche tras la lectura del bando, este año leído a cargo de Diana Morant, Ministra de Ciencia, Innovación y Universidades del Gobierno de España. “Qui no vullga pols que no vaja a l’ era” fue una de las frases que coronaron el principio del acto. También tuvo lugar la aparición de Juan Cabanes, párroco de la iglesia de san Pedro, que bendijo el fuego a los pies de la imagen del cristo de la fe.
Un pasacalle que recorrió la Calle Mayor hasta san Antonio, girando por la plaza de San Roque hacia la esquina de la Plaza del Pou hasta volver a adentrarse en la propia plaza del pueblo. En parejas, siguieron el recorrido estipulado y cumplieron con la tradición otro año más.
Era impactante ver cómo las peñas y comparsas se llenaron de tiradores cambiando sus ropajes por el mono de la “Cordà”. Los preparativos en estos casos suelen tratarse con mucho cuidado y mimo pensando en el bien del tirador y en su salud física.
Mientras tanto, la Calle Mayor comenzaba a recibir invitados y autoridades que tuvieron el privilegio de vivir la experiencia desde el edificio de turismo de la calle principal, donde se ejerció recepción de medios de comunicación y asistentes que la pudieron visualizar en cualquiera de sus plantas.
Diana Morant se encontraba ilusionada con la velada que le esperaba: “Aunque no sea de Paterna, soy valenciana y fallera y aprecio la pólvora con mucho cariño” confesaba frente a los micrófonos de Paterna Ahora Radio. Mientras, Carlos Bielsa y Juan Antonio Sagredo, alcaldes de Mislata y de Paterna respectivamente, comenzaban a vestirse. Sin embargo, la cara B de la situación la enseñaba Vicente Pla, nuestro Coeter Major, el que demostraba tranquilidad y afirmaba que tan solo faltaba que los tiradores “hicieran lo que solo ellos saben hacer”.
Entraba el camión con el cargamento a las 00:40 horas y comenzaba el montaje de la calle mayor en cada uno de los puntos. Entre aplausos se abrió un cajón repleto de pólvora que era el elemento principal de la velada.
Sobre la 1:20 sonó puntual la corneta que avisaba de que se acercaba el inicio. En pocos minutos la vía se quedó absolutamente vacía de viandantes desde las cuatro esquinas hasta la plaza mayor. Tan solo se encontraban tiradores valientes frente al reto del fuego.
Con su puntualidad habitual, 1:30 de la madrugada, se encendió la bengala verde con el fuego bendecido anteriormente. La traca fue preludio del encendido de una tonelada de pólvora, 75.000 cohetes, alrededor de 2.000 cohetes por minuto que se lanzaron en 20 minutos exactos. A la 1:50 finalizó el ritual del fuego en el que los 300 tiradores demostraron de lo que están hechos desde sus diferentes puestos de lanzamiento.
Al finalizar: abrazos, lágrimas de emoción y felicidad por las primeras veces o por haberlo vuelto a vivir. Una “Cordà” que volvió a hacer vibrar a un pueblo entero otro año más. La alfombra de cohetes que inundaba la calle se transitaba de paterneros y visitantes que querían recorrerla de extremo a extremo. Una calle humeante y abarrotada de gente que buscaba con la mirada a sus tiradores más allegados con la esperanza de encontrarlos sanos y salvos.
Finalizaba el acto pero no la noche.
La “Recordà” proseguía una velada intensa. A partir de las 3:30 de la madrugada se reunieron los tiradores en el Parque Central para comenzar con cohetes de lujo que llenaron el cielo de color. No tardaron mucho mas de unos minutos hasta que empezaron a tirar “femelles” y “cohetons” hasta más allá de las 7:00 de la mañana libremente mientras el público subía sus niveles de adrenalina corriendo para esquivarlos. Como es habitual, las cuerpos de seguridad del estado velaron por la integridad de los tiradores y los espectadores.
El municipio ha vuelto a demostrar una pasión innata que nos devuelve a nuestros orígenes. Tradiciones que pasan de padres a hijos y que se cumplen año tras año con un propósito: demostrar lo que somos. Somos precursores de nuestra tradición más prolongada en el tiempo. Un pueblo que demuestra que esto no tiene final.