La España verde y húmeda, es atacada por una climatología que hemos cambiado con la falta de respeto al medio ambiente, y que –según parece – tiene la ayuda externa del pirómano que prende fuego a la naturaleza, con no se sabe que fines últimos. De Nerón se cuenta que sintió un inmenso placer ante la belleza quien ofrecía el fuego en la noche que prendió Roma.. Esta costumbre de quemar bosque, debe tener su origen el la liturgia del fuego que purifica .
La otra España, la vertebrada en Comunidades, arde también, esta vez sin llamas pero igualmente provocada por la mente humana. El cargamento de cerillas ideológicas que llevan en los bolsillos los miembros de la CUP, lo han dejado en manos del presidente catalán para que prenda la mecha, antes de que las próximas lluvias aminoren el efecto de material inflamable. Y la Moncloa, no tiene reservas de agua para apagar el fuego. De hecho, Moncloa, ha transferido sus obligaciones al Poder Judicial, a las Fuerzas del orden y a la Corona, para evitar que el fuego separatista pueda quemar algún voto de los próximos comicios.
De hecho, en su sentencia de hoy,-por otra parte ajustada a derecho, porque el incumplimiento de la Ley debe tener sus consecuencias, la Juez Lamela, ya ha dejado escrita su respuesta del jueves a Puigdemont al mandar a prisión a los dos líderes independentistas que jalearon al pueblo para que impidiera la acción de la policía con mandato judicial.
Es verdad, que el culpable es el empecinado melenudo que preside la Generalitat. Cuando aceptó el juego de presidirla, aceptó las reglas con las que se juega a esto de la democracia. Si las reglas no le gustan, a mitad de la partida, no se pueden cambiar. Se puede dejar de jugar y comprometerse a luchar para cambiarlas y seguir jugando luego con las nuevas. Pero cuando estamos presidiendo la mesa de juego, cuando además nos tienen cogido por las partes nobles a cambio de ocupar la mejor silla, aferramos las posaderas y aguantamos carros y carretas para no movernos con el riesgo de no salir en la foto.
Y es que, la independencia –que yo no deseo- de Cataluña, no va de contestar sí o no. Lo que yo considero erróneo afán del independentismo mal informado, cuando puede estar compuesto por más de dos millones de personas, no va de sí o no. Como cuando una importante parte de la sociedad vasca –salvando todas las distancias, y sin que sean afortunadamente casos parecidos- apoyaba ETA, la respuesta se demostró, cientos de víctimas después, que no iba solo de policías y detenciones. Iba de sentarse a hablar. Y todos hablaron, desde Felipe a Zapatero, pasando por Aznar. Y con Cataluña, se terminará hablando, modificando la Constitución para que el pueblo pueda expresarse dentro de la Ley.
El capital –que cobarde es el dinero-, ya ha hablado. Y con su legítima aspiración a desarrollarse dentro de un marco jurídico estable, ha rebajado el independentismo más de lo que muchos pueden creer. Muchos catalanes sensatos, no quieren una Cataluña empobrecida. La pela, es la pela. Y por más esfuerzo que le cuesta a Rajoy tomar decisiones, con la Constitución en la mano, va a tener que aplicar el 155. Se restablecerá el orden, se vencerá pero no se convencerá. Seguirá activo el polvorín que solo podrá ser desactivado con el voto legal, controlado y con garantías. Vivir para ver.