A nuestras espaldas, queda una vida laboral de más de cuarenta años y en épocas que teníamos todas las obligaciones y escasos –o nulos derechos-. Fuimos la generación que conseguimos que España retirar a España de África y llevarla a Europa. Para ello, tuvimos que emigrar, ya fuera de nuestro entorno de nacimiento, a otras regiones donde encontrar un trabajo, y otros muchos, fuera de nuestra lengua común, cruzando fronteras para trabajar de sola sol en lugares cuya lengua, costumbres, cultura, comida, nos era totalmente ajenas. Empleamos toda la vida laboral en procurarnos un sustento precario al tiempo que España, con nuestro esfuerzo, salía del aislamiento y de la miseria de una posguerra que duró tres décadas.
Desde ideas legítimas distintas, nos unía el denominador común de luchar por el bienestar de nuestras familias, de nuestros compañeros. Nos unimos en protestas para aspirar a conquistar derechos. Algunos vivimos el espíritu de Mayo del 68 y fuimos dando tímidos pasos contra los abusos de la patronal que se resistía a sacrificar parte de sus beneficios a favor de la subida de salarios.
Ya conseguida la jubilación, nos vino una crisis que destrozó a nuestros hijos y nietos, con la pérdida de puestos de empleo y la imperiosa necesidad de seguir pagando la hipoteca de la vivienda y las necesidades más básicas de alimentación, suministros, ropa, colegios…De modo que tuvimos que emular el milagro de la multiplicación de los panes y los peces, para que nuestra pensión llegara a mitigar las necesidades de nuestros descendientes, cumpliendo así la función social que por definición de la Constitución es obligación del Estado. De este Estado que lleva tres años subiendo dos euros a los pensionistas y jubilados que ganan mil –que no son todos- y que se empecina en que no hay otra fuente de reparto para nosotros que la que procuran los ingresos de la Seguridad Social. Las Pensiones deben figurar como una partida fundamental en los Presupuestos Generales del Estado. aún a costa de reducir partida de defensa, infraestructuras, redistribución de impuestos y otros gastos corrientes. Y en la partida de gastos corrientes, me atrevo a nombrar el más corriente, que es la corrupción, tan generalizada que parece que ya está incluida en los presupuestos. Así como el dinero que se destinó a la banca para salvarla, y que nunca vamos a recuperar..
Las milongas de suavizar los impuestos de renta, no cuelan. Afecta a una pequeña parte de jubilados, ya que la mayoría, no alcanza las exigencias de ingresos para hacer declaración por este concepto.
Pero…y esta es la matización, una cantidad importante de pensionistas que cobran menos de setecientos euros, tiene una vida laboral llena de trampas de las que ellos fueron partícipes. Cobraban durante mucho tiempo, parte de su sueldo en negro, porque beneficiaba a la empresa, y les beneficiaba a ellos. Tenían durante su vida laboral, más dinero para gastar, porque no estaban invirtiendo en futuro. Un inmenso pantano de economía sumergida, que fue insolidaria con la caja de pensiones en beneficio propio. Y ya sé que decir esto puede provocar algún rechazo. Pues mire cada uno a su entorno y reconocerá al familiar, al vecino, al compañero, que trabajó de esta forma.
De modo que la solución no pasa por reparar las rentas más bajas, dejando las más altas de lado. Porque los que siempre habíamos exigido que nuestro sueldo fuera todo en nómina y se cotizara por él no podemos ser castigados por haber renunciado en su día a cobrar más y pensar en el futuro. Con soluciones de este tipo, seguimos apoyando el fraude. Claro que apoyar el fraude, es una constante con la que ya estamos familiarizados.